miércoles, 27 de junio de 2012

Has estado aquí...

Como un presagio te sentí siempre en mi vida,  eras el anuncio de un nuevo amanecer.
Si no te hubiera conocido como te conocí, sé que igual habrías entrado en mí.
Porque  siempre habitaste en mi corazón. 
El universo te trajo a caminar conmigo mi camino, puso tus ojos incendiados sobre mí y los dos ardimos en el fuego y el calor de nuestro amor. En nuestros cuerpos somos llamas.
Eras la candela que prende todo mi ser, mi alma nunca te buscó, sabía que iba a encontrarte. 
Ahora estoy ardiendo, ya te imaginarás por qué. 



1 comentario:

El conocimiento es un amigo mortal dijo...

En la vida, como en el ajedrez, la inferioridad se produce cuando lo que es imprevisible para uno es previsible para otro.

Un abrazo.